Biografía

Homenaje a Danielle Caillet

Por Antonio Eguino
Mayo de 2008

¿Quién fue Danielle Caillet?

Llegó a Bolivia con su esposo Antonio Eguino en 1966 y vivió aquí más años que en su Francia nativa.

Fue una artista franco-boliviana, una boliviana gringa, una europea que veía la Bolivia andina con ojos de artista, de creadora, de sutil crítica y sobre todo con mucho sentido de humor e ironía.

Una verdadera creadora, es lo que fue. Se inició con la fotografía en blanco y negro. Ganó varios premios en concursos nacionales. Hizo trabajos en cerámica durante varios años, aprendiendo a darle forma a sus visiones creativas de lo que observaba en nuestro medio ambiente. Se inició en el trabajo de cine haciendo varias labores, logrando excelentes fotografías del rodaje en varias películas nacionales. Luego se inició como realizadora dirigiendo su primera película, el documenta Warmi (Mujer), reconocida ampliamente, en especial fuera del país. De esta manera se convirtió en la primera mujer cineasta boliviana, en 1978.

Incursionó en la crítica cinematográfica escribiendo su visión de varias películas que la impactaron, ganó dos concursos de crítica de cine propiciados por el Cine Club Luminaria y el periódico Presencia. Posteriormente realizó más de una docena de documentales en video sobre la temática de la mujer artista, una serie de documentales con el rótulo de “Nosotras”, convirtiéndose en gran defensora de los derechos de la mujer; dos ejemplos, su documental “Nacer Hombre”, inspirado en el poema de Adela Zamudio, y su última obra “Los Fantasmas de Juana Azurduy”.

La escultura en bronce fue su gran realización, se dedicó con pasión a esta disciplina durante 230 años hasta que la enfermedad la apartó de la vida creadora. Disciplinada, planificaba su trabajo, todos los días. En cada momento libre estaba haciendo sus dibujitos: en la antesala de un médico, en un restaurante … Hacia enormes cantidades de dibujos en cualquier papel, en un sobre o una servilleta. De cientos de dibujos elegía unos cuantos, para volver a trazarlos en papel de dibujo, con más detalle y desde varios ángulos. Estos dibujos se convertían en obras escultóricas. La colaboró el fundidor Gregorio Conde, interpretando las formas y pátinas de cada obra en bronce.

Los Andes bolivianos fueron la inspiración de Danielle: en su última exposición en vida, en el Museo Nacional de Arte, tituló la muestra “Mi paso por los Andes”.

Cuando Danielle lograba terminar la ejecución de una de sus obras y quedaba tan entusiasta por lo logrado, su alegría era desbordante y transmitía su entusiasmo con una fuerza de convicción, de realización, Había cumplido su labor creadora. Danielle era una lectora voraz. Tenía la habilidad para concentrarse en su lectura en cualquier lugar o situación, en especial le apasionaban los libros sobre el trabajo de otros artistas consagrados y de teóricos del arte. Encargaba a nuestro hijo en Francia que le mandara las últimas publicaciones o novelas de escritores franceses. Dejó una biblioteca nutrida, de libros que la conectaban con el mundo de la creatividad.

Definitivamente Bolivia la motivó: los escenarios del Altiplano, las mujeres andinas, las montañas fueron sus primeras fuentes de inspiración. Las obras de la gran Marina Núñez del Prado le despertaron el deseo de incursionar en la escultura.

Fue trabajadora infatigable, lectora disciplinada, dedicada con pasión a la escultura, observadora de las posibilidades estéticas de su entorno y crítica del mismo.

Los Andes despertaron su creatividad. Bolivia fue la cuna de la artista Danielle Caillet.



Un domingo con Danielle Caillet

Por Teresa Mesa Gisbert

Yo conocía a Danielle cuando expuso su serie de cadenas: eran eslabones sueltos que ya no sujetaban a nadie, algunos estaban rotos. Para mi fueron el símbolo de la libertad. Pero ese encuentro- sin presencia personal alguna- sólo sirvió para fijar en mi mente a una artista que merecía ser recordada.

Pasó el tiempo y me encontré con la autora de videos dedicados a la mujer, sus títulos eran: María Luisa Pacheco, Nacer hombre (sobre Adela Zamudio) y Los fantasmas de Juana Azurduy. Valga decir que se trataba de tres mujeres que destacaron en disciplinas tan diferentes como la pintura, las campañas militares y la educación. Había introspección, tratamientos de planos y cuanto requiere una producción cinematográfica para ser creíble y convincente.

Danielle Caillet trabajó con Jorge Sanjinés en Yawar Mallku, y cuando me lo dice, recuerda un altiplano cortado por el viento, noches frías y niños que lloran. Danielle Caillet tenía por aquel entonces un niño pequeño que aún no andaba, pero que la acompañó en su primera experiencia boliviana.

Danielle nació en el sur de Francia, cerca de Grenoble, y llegó a Bolivia en 1966, un año crucial del que le tocó ser testigo; fue un año de luchas, inquietudes y ansia de reivindicaciones. El Che, que muere en 1968, ya estaba en Bolivia. Es una figura que forma parte del paisaje temporal de Danielle.

Pero dejemos el cine, y el juego de luz y sombra propia de la fotografía donde Danielle se destacó. ¿Podemos hacerlo sin dedicar unas palabras a Antonio Eguino? Creo que no. Pienso en sus películas, en Chuquiago, que retrata con gran acierto la ciudad pluricultural. En ese momento veo a Antonio junto a Danielle aunque para mí y creo que para todos- fueron siempre dos personalidades muy diferentes.

Danielle es autodidacta en materia de arte; y cuando me lo dice quedo sorprendida pues no es fácil, sin una formación previa, hacerse escultor, y mucho menos utilizando la técnica del bronce que parece ser la preferida de nuestra artista. Le pido que me hable de su obra y ella no menciona las cadenas, aunque tiene dos en su jardín. Me muestra su última obra: es un ser dorado que lucha por librarse de las negras estructuras que lo oprimen. Se trata, sin duda, de un autoretrato. Me pregunto si Palomas heridas no antecede a esta etapa. Son dos pájaros atravesados por una flecha, abiertos como flores.

El oro del bronce y el negro del hierro son la policromía de estas dos últimas obras que recuerdan la Gallina de los huevos de oro, donde el ave, en su cuerpo estructurado con transparencia, guarda un delicioso huevo dorado. La gallina de los huevos de oro premiada el año 1992 en Arte expo organizada por la asociación de Mujeres Americanas, es un canto a la vida, como lo son los Cumpas (compañeros) abrazados y lo es el Desnudo descabellado, que nos presenta una mujer reclinada brindándonos una sensualidad post-moderna bajo un título tan equívoco como expresivo. Es la verdad vital y humorística en el arte de Danielle. Algunas son figuras alegres e informales que se mueven bailando, otras serias, como el trompetista cuyos brazos sujetan la parte virtual de una trompeta apenas esbozada.

Al contemplar estas obras me pregunto si queda algo de la tierra que la vio nacer y me encuentro con El pensador que es un homenaje a Rodin. Un tanto irreverente, por cierto, pero lleno de alegría y modernidad. Se mantiene el gesto de la genial obra del escultor francés, pero en la obra de Danielle el pensamiento se materializa como en las tiras cómicas, en un globo donde tres perforaciones hacen las veces de letras. Es una obra sutil y sugerente.

No soy religiosa, me dice Danielle, pero, hoy en día nadie puede sustraerse al encanto del más allá, y mi amiga sucumbe. Sucumbe ante los ángeles, con un San Miguel preparado para la exposición que se llevó a cabo en el pueblo de Calamarca. Es una figura gentil que tiene el corazón abierto. Danielle también se ocupa de la tentación y me muestra una serpiente negra, bella y armoniosamente enroscada, que levanta su verde cabeza. Junto a ella está una manzana que se ofrece y pide ser acariciada involucrando al espectador. Finalmente estoy ante un cristo formado por dos lenguas de metal que giran en su ascenso y que recuerdan las pinceladas del Greco. La dorada cabeza del redentor se inclina ligeramente sobre la cruz que le acompaña y que no es un instrumento de martirio, es una cruz desestructurada, como propia de quien venció a la muerte. Ante la imagen sentí una piedad llena de esperanza.

Me despido con pena, pues viajes hacia lo imaginario como el que hice con Danielle se hacen pocos; atravieso el jardín de su casa, miro los cerros rojos de Aranjuez, y vuelvo a la rutina de mi domingo soleado.

Mañana será lunes y recordaré con nostalgia la luz dorada iluminando intermitente la silueta de las esculturas.

*El artículo fue escrito por la historiadora Teresa Gisbert en 1998, un año antes de la muerte de Danielle Caillet.


Bitácora memoriosa : Itinerario inconcluso, recurrente y retractivo

Alfonso Gumucio
15 JULIO 2008

Recobrando a Danielle Caillet

Visité la retrospectiva de esculturas de Danielle Caillet en el Espacio Simón I. Patiño, en La Paz. Lo hice porque desde que Danielle falleció el 1 de noviembre de 1999 no he vuelto a tener noticias de ella, y me alegró que Antonio Eguino, quien fue su pareja tantos años, hubiera montado esta muestra de homenaje, que rescata los valores artísticos de Danielle como escultora, pero también como fotógrafa y como cineasta.

Recuerdo a Danielle con ese rostro dulce de ojos claros, una expresión apacible y risueña que ofrecía a los demás, y una sonrisa con un dejo de ironía. Pocas veces la vi alterada o enojada, y una de las pocas fue cuando no le gustó lo que escribí sobre “Chuquiago” (tampoco le gustó a Antonio y a Oscar “Cacho” Soria). Por lo demás Danielle tenía para los amigos un carácter llevadero y suave.

En alguna de mis anteriores reencarnaciones de pareja tuve un par de pequeñas esculturas de Danielle, de la serie de amantes. Las perdí como perdí cerca de cincuenta cuadros, grabados y dibujos de pintores bolivianos… pero esa es otra historia. Las esculturas en bronce de Danielle me gustaron porque me maravilló la capacidad de la artista de transmitir sensualidad en un material tan duro como el bronce. Claro que, si uno lo piensa bien, las obras más sensuales de la escultura mundial están hechas en materiales duros: piedra (o mármol) y metal.

La obra escultórica de Danielle atravesó varias etapas, reconocibles en la exposición retrospectiva. Luego de un primer intento que le debe demasiado a Marina Nuñez del Prado, Danielle empieza a volar con alas propias. Su escultura de los años setenta tiene ya los rasgos de sensualidad y ternura que son esenciales en su obra. A mediados de los años 1980s explora otras superficies más rugosas y menos táctiles, y formas geométricas y abstracciones que no dejan de ser frías, como si quisiera tomar distancia consigo misma. Esta etapa es de una búsqueda formal, alejada –a mi juicio- de la alegría estética.

A fines de esa misma década y los primeros años de los 1990s regresa con las figuras humanas, muy humanas, en continuidad con su primera obra de los años 1970s. Otra vez esa mezcla de superficies lisas, tersas como la piel, en contraste con espacios de sombra rugosos: sus maternidades, amantes y mujeres son para mí lo mejor de su obra.

A partir de 1992 la escultura de Danielle se hace conceptual, sin dejar el naturalismo. Sus referencias son concretas pero cruzadas con elementos simbólicos. La representación de la flecha adquiere diferentes sentidos según atraviese una cabeza humana, una manzana o dos pájaros. Danielle traduce refranes en volúmenes y formas: “le costó un ojo” de la cara, o “gato encerrado”, o “dos pájaros de un tiro” o “le entró por una oreja” y le salió por otra…

A partir de allí, hay como un retorno a la que fue su segunda época de superficies rugosas y figuras humanas sumidas en el bronce, apenas distinguibles porque aquí y allá aparece una mano que indica un abrazo.

Su etapa final, hasta 1997, es de ruptura y de dolor. Utiliza superficies planas, metal recortado en ángulos agudos y punzantes, para reclamar “espacio vital” y representar algunos temas religiosos, un arcángel o un Cristo.

En suma, Danielle aportó con amor y creatividad al arte en Bolivia. Por ello esta retrospectiva de homenaje es tan justa.


Experimental Cinema in Latin America
editado por Jesse Lerner, Luciano Piazza

Danielle Caillet

El aporte de Danielle Caillet, artista francesa radicada en Bolivia desde el año 1966, fue desde el formalismo estético. Con una fuerte influencia modernista y un discurso feminista de filiación europea, irrumpe en la escena cinematográfica boliviana con Warmi (1978), primera película dirigida por una mujer en ese país. Se trata de un documental artístico inspirado en la mujer quechua, con tomas lánguidas que fijan la atención en la relación entre los cuerpos y el paisaje. Se toma tiempo para los paneos y pone énfasis en el color de la luz y los enfoques despojados.

La artista escribe sobre esta obra: “Warmi aparece cincuenta años después del primer largometraje nacional, Corazón Aymara. Eso quiere decir que tenemos más de medio siglo atrasado, debido a las trabas y tabúes que la sociedad impone al sexo femenino. Antiguos tabúes que permitieron a un crítico de arte en el siglo XIX decir a George Sand “créame señora, traiga niños al mundo en lugar de libros””

Caillet fue una pionera del videoarte. En Nacer Hombre (1990), videodanza basada en el poema de la feminista Adela Zamudio, muestra un manejo eximio de la edición con yuxtaposiciones, desdoblamientos, multiplicación de pantallas y ralentización.

Caillet, como escultora, extendió ciertos lineamientos formales a todos sus trabajos. “En las películas hay que saber manejar los contrastes igual que el escultor cuando modela su greda. A una línea curva, suave, se contrapone una línea quebrada o recta. Estos contrastes ponen en alerta al espectador y es una parte activa del film”. Igual que Palacios y otras cineastas contemporáneas, trabajó por la profesionalización y reconocimiento del trabajo de la mujer en el cine.

Un refugio para Caillet fueron las tertulias poéticas de Mujeres Creando, donde exponía sus obras; es en ese archivo donde se encuentran hoy sus películas, al igual que el patrimonio inmaterial de Beatriz Palacios.


Retrospectiva de Danielle Caillet

La materia del alma


Alfonso Gumucio Dagron*

No es una exageración decir que Danielle nació al arte en nuestro país. Aunque francesa de origen, fue en Bolivia donde se hizo artista.
Llegó en 1966, como “la esposa francesa de...” pero muy poco tiempo después estableció su propia personalidad artística con su trabajo fotográfico, sus películas y sus esculturas.


Envidio a los escultores porque son capaces de hacer chillar a la materia. Pueden en un pedazo de piedra expresar los sentimientos más nobles y en una pieza de frío metal la sensualidad más acogedora. Pueden armar una idea, un concepto, con una flecha y dos manzanas.

Danielle Caillet era de esa categoría. La retros- pectiva de escultura que se exhibe entre junio y agosto en el Centro Simón I. Patiño de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz resume muy bien su vida artística. Me alegra que al cumplirse diez años de su muerte Antonio Eguino –quien fue su pareja tantos años– haya mon- tado esta muestra de homenaje que rescata sus valores artísticos como escultora, pero también como fotógrafa y como cineasta. Desde que Danielle falleció el 1 de noviembre de 1999 (antes de tiempo, la vida es injusta para algunos y la muerte injusta para otros), no había- mos vuelto a tener noticias de ella pero ahora tenemos la oportunidad de verla de cuerpo entero, espiritual- mente hablando.

Tan francesa como boliviana

Recuerdo a Danielle con ese rostro dulce de ojos claros, una expresión apacible y risueña que ofrecía a los demás, y una sonrisa con un dejo de ironía. Pocas veces la vi alterada o enojada, y una de las pocas fue cuando no le gustó lo que escribí sobre “Chuquiago” (tampoco le gustó a Antonio y al “Cacho” Soria). Por lo demás, Danielle tenía para los amigos un carácter llevadero y suave.

En alguna de mis anteriores reencarnaciones de pareja tuve un par de pequeñas esculturas de Danie- lle, de la serie de amantes. Esas esculturas en bronce de Danielle me gustaron desde que las vi la primera vez porque me maravilló la capacidad de la artista de transmitir sensualidad en un material tan duro como el bronce. Claro que si uno lo piensa bien, las obras más sensuales de la escultura en el mundo es- tán hechas en materiales duros, piedra (o mármol) y metal.

No es una exageración decir que Danielle nació al arte en nuestro país. Aunque francesa de origen (naci- da en Romans-sur-Isere) fue en Bolivia donde se hizo artista. Llegó en 1966, como “la esposa francesa de...” pero muy poco tiempo después estableció su propia personalidad artística con su trabajo fotográfico, sus películas y sus esculturas.

La obra escultórica de Danielle atravesó varias etapas, claramente reconocibles en la exposición re- trospectiva. Luego de un primer intento que le debe demasiado a Marina Núñez del Prado, “Warmi” (1972), Danielle empieza a volar con alas propias. Su obra de los años setenta ya tiene los rasgos de sensua- lidad y ternura que, a mi juicio, son lo esencial de su obra. A mediados de los años 1980 explora otros ca- minos, superficies más rugosas y menos táctiles, y lue- go formas geométricas y abstracciones que no dejan de ser frías, como si quisiera tomar distancia consigo misma. Esta etapa es de una búsqueda formal, alejada de la alegría estética.

Luego regresa a fines de esa misma década y los primeros años de los 1990 con figuras humanas, muy humanas, en continuidad con su primera obra de los años 1970. Otra vez esa mezcla de superficies muy lisas, tersas como la piel, con breves espacios de sombra y texturas rugosas en contraste; sus maternidades, aman- tes y mujeres son para mí lo mejor de su obra.

Escultura conceptual

A partir de 1992 la escultura de Danielle se hace conceptual, sin dejar el naturalismo. Sus referencias son concretas pero cruzadas con elementos simbólicos. La representación de la flecha adquiere diferentes sentidos según atraviese una cabeza humana, una manzana o dos pájaros. Danielle busca traducir refranes en volumen, materia y forma: “le costó un ojo” de la cara, o “gato encerrado”, o “dos pájaros de un tiro”, o “le entró por una oreja” y le salió por otra... Una serpiente le sirve para evocar tentaciones.

A partir de allí hay como un retorno a la que fue su segunda época de superficies rugosas y figuras humanas sumidas en el bronce, apenas distinguibles porque en el borde aparece una mano que indica un abrazo. Su etapa final es de ruptura y de dolor. Utiliza superficies planas, metal recortado en ángulos agu- dos y punzantes, para reclamar “espacio vital” y re- presentar algunos temas religiosos, un arcángel o un Cristo.

Fotos, películas y videos

Mientras hacía todo lo anterior en sus 25 años de actividad como escultora, Danielle hizo también cine y fotografía. Sus fotos en blanco y negro se interesan sobre todo en los pequeños pueblos del Altiplano, con una mirada de nobleza y solidaridad pero en ningún momento miserabilista, ni tampoco de exaltación turís- tica. Es una mirada apacible sobre un universo rural tan ajeno al mundo urbano.

Sus películas y videos constituyen una propues- ta decidida de rescatar las figuras de mujeres que han aportado en la historia y en la cultura del país. “Warmi” (1978) fue su primera aproximación (hay que notar la coincidencia del título con una de sus primeras escul- turas). Siguieron otros trabajos, como los realizados para la televisión sobre figuras clave de nuestra cultu- ra: Marina Núñez del Prado, Maritza Wilde, Francine Secretan, Matilde Casazola, Guiomar Mesa... Y docu- mentales como “María Luisa Pacheco” (1988), “Nacer hombre” (1992) y “Los fantasmas de Juana Azurduy” (1994).

A lo largo de su vida de artista Danielle realizó una decena de exposiciones individuales y participó en varias muestras colectivas. Obtuvo premios y men- ciones en eventos nacionales e internacionales por su escultura, fotografía, cine y video. En suma, Danielle aportó con amor y creatividad al arte en Bolivia.

*Escritor, cineasta, periodista y fotográfo.


Danielle Caillet, 1980: “La valorización de la imagen de la mujer no quiere decir la valorización de los roles específicos de la mujer trabajadora” | #Radical2019

«Bolivia es un país que venera a la imagen de la mujer a través de su folklore y su religión; eso lo podemos ver en Mama Ocllo, la Pachamama y la Virgen María. Sin embargo, la valorización de la imagen de la mujer no quiere decir la valorización de los roles específicos de la mujer trabajadora»

A propósito de la exhibición homenaje del cortometraje Warmi de Danielle Caillet (Bolivia | 1980, 17’, 16 mm.) en el Festival de Cine Radical 2019, reproducimos parte de la transcripción de una entrevista radial realizada a la artista y cineasta en Cochabamba en 1980. La entrevista completa se encuentra en el catálogo Danielle Caillet. Exposición homenaje, editado por el Espacio Simón I. Patiño de La Paz, institución organizadora de aquella muestra, en 2008. No se consigna el nombre de la persona que realiza la entrevista.

Amigos oyentes del Ciclo Cultural Portales, estamos una vez más con ustedes para llevarles otro programa de la serie Entrevistas y Testimonios, esta vez para lograr una entrevista con la señora Danielle Caillet, de nacionalidad francesa, pero que vive en el país desde hace 13 años. Esta mujer ha dedicado casi la totalidad de los 13 años que ha vivido en nuestro país a la actividad cinematográfica. Esta dedicación llega a encontrar su cristalización máxima, podríamos decir, hoy, en 1980, cuando ella no solamente escribe el guion sino además dirige una película que en muy poco tiempo ustedes tendrán la oportunidad de ver.

En la medida en que todos nosotros tenemos interés en conocer los aspectos relativos a la película, los contenidos temáticos de la misma, las perspectivas, los objetivos, nosotros hemos invitado a la señora Danielle Caillet a que nos hable sobre la misma. Quedan pues ustedes en compañía de ella.

Warmi es una película documental sobre la condición social de la mujer boliviana. Abarca solamente las capas sociales más desfavorecidas de nuestra sociedad; es decir la mujer campesina, la minera, la fabril. Warmi propone un punto de vista femenino, pero no feminista; la liberación de la mujer en el contexto socioeconómico del país en vías de desarrollo. La liberación de la mujer en un país del tercer mundo no es una lucha de sexos como degenera generalmente en las naciones industrializadas, es más la lucha común del hombre y de la mujer contra la dependencia, el analfabetismo, el hambre y la enfermedad. Para mí, tomar la iniciativa de realizar una película sobre la mujer viene a ser el desenlace normal de todo un movimiento, proceso de maduración profesional y concientización social. Como he dicho anteriormente, la película tiene como temática la concientización de la mujer boliviana en su cámara. Niñita campesina, la mujer madura fabril y la anciana palliri son las tres edades, tres diferentes edades de la mujer, en su educación y su ciclo […] productividad como madre, esposa y trabajadora, y su vejez sin jubilación. Bolivia es un país que venera a la imagen de la mujer a través de su folklore y su religión; eso lo podemos ver en Mama Ocllo, la Pachamama y la Virgen María. Sin embargo, la valorización de la imagen de la mujer no quiere decir la valorización de los roles específicos de la mujer trabajadora.

A manera de primicia, en la información para nuestra amable audiencia, que estamos seguros va a ser espectadora de esta película que ofrece Danielle al público boliviano, queremos preguntarle a ella, decimos a manera de primicia, ¿cómo se desarrolla la película, y esta tiene algún argumento, no lo tiene? Si es más bien una película documental… y quisiéramos que nos cuenta algo sobre el desarrollo de la película.

La película Warmi es una película documental con cierto enfoque hacia la realidad y empezamos con muestras del folklore, la religión, procesión de la Virgen y la adoración de esta imagen de la mujer, y en un contraste vemos la condición de la mujer en su vida diaria. Empezamos con la niña campesina que se encuentra marginada por su falta de educación. Después vamos a la mina y empezamos una entrevista con la anciana palliri que ha trabajado 35 años en la empresa y que no tiene ninguna remuneración por parte de ella. Después vamos a la ciudad, a una fábrica donde encontramos una mujer fabril que nos cuenta su vida diaria que consiste en tres trabajos: trabaja en la fábrica, trabaja en la casa y, como no le alcanza la plata para educar a sus siete hijos porque el padre finalmente está fuera del hogar, tiene que ir a trabajar a un puesto de venta de 5 de la tarde a 10 de la noche.

Indudablemente la confección de esta película es totalmente nueva y además que muestra el contraste de lo que es una realidad muy típica en Bolivia y de lo que es una realidad social en Bolivia. Si está planteada así la película, nosotros preguntamos ahora ¿cuáles son los objetivos que se diseñó?, es decir ¿qué efectos se desean lograr en el público, con esta cinta?

El efecto más importante que queremos lograr con este tipo de película es llegar a la concientización, especialmente de la mujer en su vida muy sacrificada. Y, por supuesto, el final de la película no es de fiesta; es un final pleno de optimismo porque sabemos que la mujer va a superar todas las dificultades en su vida material a través de una mejor educación, la participación activa en la guerra sindical, y también a través del cambio de mentalidad de parte de los hombres, las mujeres y la sociedad en general.

Evidentemente esta problemática de la mujer, especialmente en nuestro país, es muy singular. Si nosotros pensáramos en la lucha que desarrollan las mujeres en los países industrializados, como notaba al principio de nuestra conversación Danielle, hay diferencias notables. En Europa se lucha por la emancipación de la mujer en términos excluyentemente feministas, en tanto que en América Latina se busca una integración de la mujer al desarrollo de la conciencia social, lo que supone una participación tanto de hombre como de mujeres. Para ilustrar este detalle, sabemos que la película ha sido proyectada en Berlín. A manera de una experiencia, quisiéramos que Danielle nos relate las opiniones del público berlinés, en su mayoría femenino, al ver la película.

Efectivamente durante la proyección de la película en Berlín, en el Festival, el público se molestó muchísimo por el hecho de que haya escogido como voz de locutor a un hombre. Fue la principal crítica de la película porque todas las mujeres feministas europeas querían sacar la participación del hombre en la película, que trata del problema de la mujer.

Este detalle que menciona Danielle nos revela la singularidad de la lucha en Europa de parte de las mujeres por lograr su emancipación, cosa que no se da en Bolivia. A través de la película Warmi existe una proposición específica en este plano, es decir, en la integración de la lucha de la mujer con la lucha del hombre: ¿qué nos podría decir sobre este particular?

[Warmi] No es una película feminista pero sí una película femenina. Me explico: ser feminista hoy en día es adquirir un sentido figurativo… vivir en las sensaciones provocativas de las diferentes agrupaciones feministas, [del movimiento] latinoamericano y europeo. Ser feminista es aumentar la lucha de sexos. Esta lucha de sexos es un lujo que se puedan dar las mujeres en los países industrializados, donde la densidad poblacional es altísima, donde se ha alcanzado un bienestar generalizado, donde existe una fuerte competencia ocupacional. Pero aquí, en Bolivia, donde la densidad alcanza apenas los 5 habitantes por km2, se persigue utilizar el potencial humano de la población activa. Es preciso que mujeres y hombres se integren en una lucha común contra el analfabetismo, la enfermedad y la dependencia.
Bien, consideramos que la película que nos ofrece Danielle, que titula Warmi, que se refiere a una problemática de la mujer boliviana, tenga gran acogida por el público de nuestro país. Aquí informamos y les adelantamos también que es un cortometraje que muy pronto se empezará a estrenar en las salas bolivianas. Una última pregunta, Danielle: ustedes han escogido un tipo de salas donde debe proyectarse la película, quiero decir con esto: ¿quieren proyectarla en las ciudades o en otros lugares?

La película es un corto de 16 mm. Se proyectará por supuesto aquí, en La Paz, y todas las ciudades del interior, principalmente en las minas, en el campo; en La Paz la vamos a mostrar en los barrios marginados, los colegios y otras instituciones y ambientes.

Amigos oyentes del Ciclo Cultural Portales, ustedes serán los testigos de esta nueva producción boliviana que, en realidad pertenece fundamentalmente a la entrevistada de hoy: esperamos que, en la medida de nuestras posibilidades, darles un apoyo a quienes van a empezar a proyectar la película en el país. No nos queda más que agradecer.

Proyección en el Festival de Cine Radical 2019

Cinemateca Boliviana | 23.09 | 21:00 | + Donde nació un imperio (Ruiz, Bolivia | 1949, 11’) + El clamor del silencio (Ruiz, Bolivia | 1979, 15’)